sábado, 19 de octubre de 2019

¿Libres de qué...?

Hace muchos años, alguien a quien yo respetaba y admiraba me dijo: "eso del cristianismo ha ayudado a mucha gente (drogadictos, alcohólicos, etc.) pero a otros les ha arruinado la vida...".

Recuerdo haber estado de acuerdo. Al final de cuentas quienes lo necesitaban, habían encontrado en el cristianismo una manera de ser libres ("pobrecitos ellos" pensaba) pero nosotros -"la gente bien"-, no necesitaba eso, y quienes se convertían al cristianismo sólo hallaban un manera de encerrarse y privarse de una vida libre...

Cuánto me parecía a los fariseos de Juan 8. Cuando Jesús les dice que conocerían la verdad y ésta los haría libres (checa este link si no has leído esa entrada) ellos contestan seguros y confiados: "Jamás hemos sido esclavos de nadie" (Jn 8:33)

PERO...
(siempre hay un "pero")

El problema es que a veces nos acostumbramos tanto a nuestra propia esclavitud que el mero hecho de ver que nuestra celda es más amplia que la de al lado parece hacernos creer que somos libres. Nos acostumbramos tanto a juzgarnos en relación a otros, que al mirarnos a su luz pareciera que no somos esclavos. (Los fariseos veían a los esclavos de la sociedad como prisioneros y al verse a sí mismos olvidaban que estaban bajo el yugo de Roma... sólo porque no tenían grilletes)

"Todo el que hace pecado, esclavo es del pecado" contestó Jesús.

Yo hubiera respondido... "bueno, es que lo que tú llamas pecado en realidad para mí no lo es, tú eres de mente limitada y te gustan los límites. Yo, en cambio soy libre".

Cuán equivocado estaba. Yo pensaba que volaba pero en realidad estaba en caída libre (y admitamoslo, por unos instantes ambas cosas pueden parecerse).

Fue hasta que Su luz  (Juan 8:12) me sacó de las tinieblas que comencé a ver mi propia realidad... y sólo entonces, ante la libertad verdadera, vi cuán esclavo era.

La gente no necesita comprender su esclavitud (hubiera sido imposible convencerme de que no volaba), sino ser alumbrada por la Luz del Evangelio. Al final de cuentas, nadie puede liberarse a sí mismo, sino que es el Hijo quien puede hacernos verdaderamente libres.

martes, 8 de octubre de 2019

¿Una verdad o La Verdad?

Hay una multitud de cosas que creemos desde niños y que años después nos damos cuenta de que son falsas verdades.
Es algo tan común que en internet hay una gran cantidad de videos que buscan desmitificar esas verdades que nos han acompañado desde tiempos inmemoriables. Es bueno abandonar esas creencias y abrazar la verdad que ahora se nos enseña. No por nada se dice: "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" ¿no es verdad?

PERO...

(Siempre hay un "pero")
"Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" es una frase que se utiliza en muchos contextos y de muchas maneras, pero cuando Jesús la dice en Juan 8:32, la dice con un sentido muy claro y con un propósito muy definido.

Comencemos notando que Jesús no está diciendo que es necesario conocer una verdad (o varias verdades) para ser libres, sino que dice con claridad: "La" verdad. No una de las muchas verdades naturales que podríamos descubrir sino La verdad, única y definitiva.

Además, Jesús no habla de "la verdad" como un concepto que debemos comprender sino como una persona a la que debemos escuchar y creer; verás, unos versículos más adelante (en el v. 36) lo aclara diciendo: "Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (El Hijo = La verdad)

Las verdades naturales nos libran de algunas ignorancias pero no pueden traer la libertad genuina que Sólo Cristo puede traer. Ese "verdaderamente libres" sólo viene cuando conocemos cotidianamente a Cristo, quien es La Verdad (única verdad) que nos hace verdaderamente libres.

¿Libres de qué? podría decir alguien... buena pregunta, de la que hablaremos pronto, en otra gotita.