martes, 19 de enero de 2021

Rafa... Bienvenido a casa

Desde la primera vez que entré a Semilla él estaba ahí. Yo iba con mucho temor porque no sabía si me dejarían entrar a la iglesia o no. 

Si mal no recuerdo había que atravesar una reja y un patio. Avancé cada paso con el corazón latiendo a mil, subí los escalones que conducían a la puerta de entrada del salón donde sería la reunión... y ahí estaba Rafa. Con su bata amarilla, sus bigotes blancos y una sonrisa que no había visto nunca en ningún lado. Me dio la mano con fuerza, firme y sin temor. Me dio un abrazo al tiempo que me daba la bienvenida como si de alguna manera estuviera feliz de verme y me hubiese estado esperando.

Para que yo entrara a la iglesia esa primera vez hubo una cadena de milagros (que ya he narrado alguna vez) que culminó con el fortuito encuentro con mi maestro de la materia de Ensambles, Gabriel Hernández, que fue quien me animó a entrar a la iglesia. La siguiente semana me tocaría ir solo.

 Al salir de mi casa, ese siguiente domingo por la mañana, sentí cómo los nervios me consumían una vez más. Sólo le pedía a Dios que en la puerta volviera a estar esperando ese señor que me había saludado como si nos hubiésemos conocido desde siempre... y ahí estaba, nuevamente con una sonrisa sincera, mirándome directamente a los ojos, y dándome la bienvenida.

Cómo iba a sospechar que él y su familia serían tan queridos con el correr de los años. 

En estos más de 20 años he contado esa anécdota varias veces y son muchos los que me han dicho que vivieron exactamente lo mismo: Rafa los esperó en la puerta y les dio la bienvenida... y eso hizo que fuera sencillo regresar una y otra vez.

Cuando alguna vez le conté cuánto había influenciado su vida en el hecho de que yo hubiese deseado regresar a la iglesia, pareció no darle importancia a su papel en la historia, "Es cosa del Señor", me dijo.

Ayer nos enteramos que Dios lo ha llamado a Su presencia.

Sé que ahora Dios le ha abierto las puertas del Cielo: "...bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor..."

¿Cuánta importancia puede tener una sonrisa?

Sé que un día estaremos todos de aquel lado de la eternidad y tal vez, en algún gran servicio de alabanza delante del Trono de Dios, Rafa estará con su sonrisa dando la bienvenida a todos aquellos que han sido lavados con la Sangre del Cordero... tal como lo hizo con tantos que como yo, pudimos regresar a la iglesia porque al final de cuentas, su sonrisa siempre fue la de Cristo... es cosa del Señor, me decía, es cosa del Señor.