sábado, 26 de septiembre de 2020

Así se fueron algunos septiembres hace más de 13 años...

 

Lucy y yo en el aeropuerto,
rumbo a Bolivia para 
casarnos
Así fue la cosa:

Yo vivía en un pequeño garzonier (un departamento monoambiente... un cuartito, pues) y algunas veces Lucy llegaba en coche para llevarme a conocer la vida que florecía por todas partes cuando ella aparecía. 

Yo esperaba ordenando mis tiliches y repasando solfeo o leyendo mi Biblia; atento a la ventana y a los llamados que podrían entrar al celular... cuando no estaba cancelado por no ponerle crédito por demasiado tiempo.

Al llegar la señal corría y brincaba por las escaleras que daban a la calle, siempre torpe para escoger la llave del zaguán y lanzarme a alcanzarla, desbocado en la pendiente que descendía de mi casa al Eje 10.

Era septiembre... y luego octubre, noviembre... hasta el otro septiembre y un octubre más... yo coleccionaba miserias cada quincena y la boda se hacía lejana e imposible...

Y ante otra llamada yo brincaba y corría por la escalera una vez más cuando convocaba el sonido de mi celular... al igual que el canino de Pávlov... y así se escurría otro septiembre y otro octubre... 

Los meses se fueron gastando de tanto acumularse hasta el día en que, armado de valor (y con mi escolta pastoral) fui a pedir su mano...

...no voy a contar cómo fue esa tarde. Sólo quería dejar sentado que cuando escucho esta canción (que habla de un perro que aunque es desaliñado y travieso, brinca de amor cuando ella llega en su carro... y se pone contento cuando le hacen caso...) recuerdo que así fueron esos años, en los que me pasaba bailando entre la cocina y el sillón cuando me llamaba por teléfono y me decía: "Ya llegué"

"Sabes que me alimento de lo que robo entre tus encantos
Que tras la puerta corro y espero
al llegar tu carro..."