Bitácora del capitán
Ilustrísima dama:
Han sido dos días de andanzas y desvaríos... uno de los marineros naufragó en enfermedades, sucumbiendo con ello todo el plan original que se había trazado. Tuvimos que cambiar de mapa y derrotero pero henos aquí, ahora -aunque es noche- con nuevos albores, la vela hinchada con nuevos vientos y navegando esperanzados con el ancla a la pendura.
Debo confesar, pido excusas a Usía, mi torpe legua en la narración de tamaño periplo, pero es que sólo soy un decidor de cosas cotidianas y, ¡Ay de mí!, a la hora de ver el presente y trazarlo en letras, vuestra imagen turba todo intento. Como apuntaba correctamente don Cervantes: "¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!" Vuestra evocación -añoro dulce de mis entrañas- me distrae de la crónica debida y sólo atino a desgarrar unos garabatos...
Con todo, vemos pronto el arribo al cabo de Buena esperanza, no el austral, sino el nuestro.
Suyo,
El capitán de Los peregrinos
PD. Comidos y bañados, el valioso encargo de vuestra merced descansa plácidamente en sus aposentos.
PD. Comidos y bañados, el valioso encargo de vuestra merced descansa plácidamente en sus aposentos.
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