jueves, 4 de abril de 2013

¿Nadar?

En estas vacaciones hemos podido ir varias veces a la alberca con mi hija; y el resultado es que mi nena ya no le tiene miedo al agua. Todavía no sabe nadar, pero ya no tiene temor de que le salpique un poco de agua a la cara, ni de no pisar el suelo o las escaleras, por el contrario, se lanza con valor e irresponsabilidad y yo tengo que sujetarla y sostenerla, porque, aunque ella ya no tiene miedo, la verdad es que todavía no sabe nadar y si la suelto se hundiría fácilmente. Estando en esa actividad tan a menudo, escuchando sus expresiones como: "Papá, ya sé nadar, suéltame..." me puse a pensar en que a veces nos comportamos así con Dios.
 
En principio, cuando comenzamos a caminar en Cristo, dependemos de Él en todo, nos apoyamos en Él para todo y nos sujetamos a Él con todas nuestras fuerzas, pero a medida que va pasando el tiempo vamos ganando confianza y comenzamos a creer que, por el hecho de que ya no nos asusta el no pisar firmemente el azulejo del fondo, o porque hemos soportado la salpicadura de un poco de agua en el rostro, ya estamos listos para ser independientes.
 
El conocer un poco de Biblia, el conocer algunos términos de teología y el defendernos bien en las doctrinas escenciales es un engañoso espejismo que puede llevarnos a creer que ya podemos navegar la vida sin aferrarnos de la mano de nuestro Señor
 
¡Qué engaño mortal! porque la verdad es que seguimos a flote porque su mano no se ha apartado, no porque ya no le necesitamos debido a nuestro avanzado aprendizaje o experiencia. Muchas veces, incluso nos "estorba" su mano cuidadora y buscamos que nos suelte porque no aprobamos sus métodos, sus formas o sus caminos. Gritamos: "¡Ya sé nadar, suéltame!... yo sé lo que necesito..."
 
La verdad clara es que no importa el traje que hayamos conseguido para nadar, el peso de nuestro pecado nos hunde con o sin flotadores... así de pesado es. Sólo su gracia nos tiene respirando... y nunca será algo que ya no necesitemos. Diariamente precisamos reconocer que sin Él no podemos, diariamente necesitamos recordar que la única lección que vale la pena aprender es cómo sujetarnos de su mano diariamente, que la madurez no es independizarnos sino aprender a morir, a depender de Él y a confiar en Su voluntad.
 
En nuestro caminar en Cristo cambian muchas cosas con el tiempo, pero nuestra necesidad de Él no cambia jamás. Con o sin miedo del agua, sólo su mano nos sostiene a flote. Dejemos de pelear con su dirección y aferrémonos a su voluntad, porque separados de Él nada podemos hacer (Juan 15:5)

3 comentarios:

  1. Hola Pastor!!!
    Ahorita leyendo su nota me doy cuenta que fue lo que me paso..... Hace poco que me comencé a congregar en semilla. Pero me doy cuenta de cuanto me falta por crecer..... Hoy en dia estoy viviendo un desierto muy muy fuerte y hay días que siento ya no puedo mas.... Hay días no quisiera abrir los ojos y solo dormir para no pensar...... Solo le ruego a mi Dios no me suelte x que aveces la desesperación y angustia me invaden..... Aveces siento le hablo y no me escucha!! Siento una culpabilidad tremenda y deseo volver al redil!!!! Ruego a Dios me ayude a aprender esta lección. Realmente esta siendo dura, que me ayude a seguir de pie por que siento no puedo mas......

    ResponderEliminar
  2. Hola, recuerda que Dios es fiel, aún si nosotros somos infieles (2 Timoteo 2:13). Por favor llámanos a la oficina de Semilla si necesitas oración y dirección (52771427)
    Que Dios te bendiga

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar