viernes, 25 de julio de 2008

¿Miedo?

Hay quien tiene miedo de la oscuridad (me inscribí en esta categoría tantos años… mi familia lo debe recordar tan bien…). También hay miedo a ciertas alimañas (oh, si Noé hubiese limpiado bien el arca). También hay quienes tienen miedo de hablar en público y quienes tienen miedo del avión (dice García Márquez que no tiene miedo de que se caiga el avión… sino que tiene miedo de volar) Pero de todos los miedos el peor es el inevitable miedo del “día después de mañana” (citando una mala película). Ese miedo es el miedo a la muerte, porque sólo la muerte es lo certero, lo inexcusable, lo ineludible…

Dice la Biblia que el que tiene el imperio de la muerte es el diablo, y por este temor a la muerte todos estábamos sujetos a servidumbre. El miedo de la muerte nos esclaviza a la voluntad del que tiene el imperio de la muerte.
Míralo de esta manera: Es el miedo a la muerte lo que produce ese deseo de “aprovechar” la vida al máximo. Ahora, ¿Está mal eso? ¡Claro que no! Yo creo que debemos aprovechar la vida, pero no para correr en dirección a la muerte.
La presencia de Cristo en tu vida te libra de ese temor a la muerte y entonces eres libre de vivir bien, no esclavizado a lo que el mundo dice que es la felicidad y no esclavizado a lo que el mundo dice que es “vivir”.
Déjame ponerlo de otra manera; hay quien dice que “aquí y ahora debemos disfrutar…” lo dice porque realmente no sabe qué es lo que viene después y le aterra que luego no tenga esos deleites… pero cuando has conocido la verdad del evangelio SABES que nada tiene comparación con el gozo que nos espera cruzando el umbral de la muerte… por tanto, ¿por qué temer? ¿Por qué creer que “hay que aprovechar mientras hay”? Si sabes que lo mejor está por venir… entonces puedes verdaderamente disfrutar este tiempo, e incluso las pruebas son de gozo porque sabes que la prueba de tu fe produce paciencia (Santiago 1:2); “y la paciencia prueba (experiencia); y la prueba esperanza (confianza) y la esperanza no avergüenza porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:4-5).

…el perfecto amor echa fuera el temor…” y “nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:17-18)

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda su vida sujetos a servidumbre” Hebreos 2:14-15

miércoles, 16 de julio de 2008

¿Nacer de nuevo?

Nicodemo se acercó de noche y le dijo a Jesús: “Sabemos que vienes de Dios…”
¡Claro! Cómo negarlo después de ver todo lo que había visto; cómo negar que venía de Dios después haberle oído…
El problema para Nicodemo no era lo que sabía, sino lo que no sabía –o no quería reconocer- : Su verdadera condición.
Nicodemo, como todos los religiosos, creía que el “hacer cosas” ponía a Dios en la obligación de otorgarle la entrada al cielo.

Es fácil reconocer quién es Jesús… (Es demasiado maravilloso para confundirlo con un simple maestro o un profeta… Él es Dios) el siguiente paso es reconocer quién soy yo, y cuando estoy a su luz la realidad es evidente. No importa cuántas “cosas buenas” haga o pretenda hacer… nunca es suficiente porque Jesús es Dios y yo soy polvo.
Por eso Jesús le contesta: “Necesitas nacer de nuevo (…) el que no nace del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”. ¿Nacer de nuevo? O sea ¿tener dos vidas? ¡Claro que no! (a no ser que seas un gato no tienes más que una vida) ¿Entonces?

Entonces quiere decir que necesitas otra vida, la Biblia no dice que debes “mejorar” sino que necesitas renacer. ¿No te has cansado de la vida que cada día inicias y persigues, pero que siempre se escapa de tus dedos? ¿No te has cansado ya de tantos esfuerzos estériles?

Primero necesitas nacer de nuevo (si no sabes cómo, aquí te ayudan paso a paso: www.quehare.com) y luego… como Juan Bautista: deja que Él crezca mientras tú menguas… eso es morir a ti mismo.

Nicodemo no reconocía que estaba muerto, esa era su condición, por eso hacía cosas religiosas para sentirse vivo. ¿Tú eres igual?

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán” (Juan 5:23-24)

(La historia de Nicodemo la encuentras en Juan 3)

lunes, 7 de julio de 2008

Paciencia

Los tiempos modernos han acelerado todo; ya las palomitas (pipocas, se dice en Bolivia) no se hacen como antaño, ahora se hacen en tres minutos con solo apretar un botón. La comida viene pre-cocida, las ensaladas viene pre-desinfectadas, etc. Todo para que a la hora de cocinar todo sea más rápido.

A la hora de escribir también hemos “economizado” palabras o letras, ahora “c pde scribir n la mnera q c t ntoje”. Los niños también van desde muy pequeños a la escuela para aprender cuanto antes inglés, computación y todo eso que es necesario para ser un “hombre de éxito” en el mundo moderno, nos guste o no esa es la realidad que correteamos día a día pero…

…pero ese no es el diseño de Dios. Él diseñó el día de 24 horas y por mucho que corramos sigue teniendo 24 horas. Hay cosas que no podemos acelerar porque a pesar de que en el mundo actual las prisas nos gobiernan, en el diseño divino Dios es el que sigue gobernando… y Él no tiene prisa porque el tiempo está en su mano.

Las pruebas que vivimos requieren de tiempo porque es en ese lapso que Dios está formando su imagen en nosotros. Las pruebas desarrollan nuestra confianza en Él… pero no puede haber confianza si no hay paciencia. Yo sé que puedes decir “he hecho la voluntad de Dios y sigo en este tiempo tan duro y difícil…”, mira lo que dice Hebreos 10:36 “Es NECESARIA la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (énfasis mío)

Dios no quiere meterte en un microondas espiritual para que la prueba pase rápido. Sabemos que los mejores platillos no se pueden hacer de esa manera, sino que tienen que hacerse “a la antigüita” respetando los tiempos de cocción “pa que sazone”. Dios quiere hacer la obra en nosotros -Él es fiel- pero como buen artista, lo quiere hacer bien. (Filipenses 1:6)

En medio de la prueba, espera y confía, toma tu Biblia día a día y espera en Él, “…no te hagas perezoso, sino imitador de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”… dirás “¿y cómo puedo imitar a esos que no son perezosos?” lee tu Biblia y aprende de Daniel, Josué, David, etc. Ahí están… lee Hebreos 11… y ya que estás por ahí… sigue leyendo hasta darle la vuela a toda la Biblia… necesitas paciencia, pero el fruto vale la pena.