viernes, 13 de mayo de 2016

Repost de una publicación de Facebook de Raúl Garduño

Lo malo -o una de las cosas malas- de Facebook es que es efímero. Una publicación aparece y un día después (o a veces algunas horas después) ya desaparece en el mar de nuevas publicaciones... (pensándolo bien, tal vez eso es lo bueno y no lo malo...) 

 En fin, hace casi un mes, mi amigo Raúl Garduño (@RaulGarduno1), pastor de Semilla de Mostaza Santa Mónica, publicó esto en su muro de Facebook. Por esa fugacidad de las redes sociales, puede que muchos no hayan podido leerlo, o lo hayan hecho con premura. Lo copio aquí para que no sea devorado por la vorágine de las fotos de alimentos que pueblan los muros "redessocialistas".

Mi opinión al respecto la pondré en otro post... espero que muy pronto. 
Aquí el post de Raúl:



22 de abril

“Deberías predicar temas más ‘relevantes’...”“¿No has pensado en enfocar tu iglesia a jóvenes?”“¿Porqué no tenemos más ministerios con diferentes enfoques?”“¿No te parece que falta algo de producción en los servicios?”

Son cosas que a menudo escucho y me llevan a preguntar: ¿Qué nos está pasando? ¿Quién dicta la manera de ser y edificar la iglesia? ¿Será que hemos dejado de confiar en la suficiencia de la Escritura? ¿No es la Palabra de Dios la que hace renacer para una esperanza viva? ¿No es ella la que trae vida a los muertos? ¿No es por medio de ella que fue constituido el universo?
¿O será que no hemos experimentado el poder de la Voz de Dios retumbando en nuestra alma, creando vida, y cambiando nuestro corazón?

Tenemos algo mucho más precioso que luces, sonido, producción, ropita cool, fotitos, etc...
Es el Glorioso Evangelio del Dios Bendito el que nos ha sido encomendado (1 Tim. 1:11).
Y no es popular, no es cool, no es fashion, es una locura, es un tropiezo, es una “tontería”, pero es PODER de Dios para salvación a todo aquel que CRÉE (Rom. 1:16).
Sin duda, nada, nada; absolutamente nada, puede producir lo que solamente el Aliento Divino puede producir (2 Tim. 3:16).

Al meditar en esto retumban demasiado fuerte en mi cabeza, textos como:
«Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.
Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.»
-1 Timoteo 4:13, 16

«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.»
-2 Timoteo 4:1-5

Cada día estoy más convencido de que la exposición simple, sencilla y fiel de la Santa Palabra de Dios es más que suficiente para transformar, renovar y restaurar vidas. (2 Cor. 3:18)
Platicando con mi esposa concluíamos que entre más años pasan, este excelente y eterno peso de gloria es cada vez más intenso, más estable, más serio (2 Corintios 4:16-18) y por ello, no me pienso mover a mover a ningún lado.

Como aquel pescador le dijo al Maestro: ¿A quién iremos? si sólo tú tienes palabras de vida eterna (Jn. 6:68).

Sería miserable osar intentar ayudarle al Señor con mis “buenas ideas”, o propuestas “frescas y diferentes”; no tengo nada que ofrecer, no tengo nada que presentar, no tengo una propuesta, solamente confío en lo que Dios propuso hace dos mil años en el Calvario: Su vida para darme vida, su muerte para darme vida, su resurrección para darme vida.

Solamente quiero aferrarme a Él, Su Palabra, Su Evangelio; eso ha sido suficiente desde la eternidad y hasta la eternidad, y no hay moda temporal que pueda cambiar esa gloriosa verdad.
«Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.»
(2 Corintios 4:1-2)

«No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.»
(2 Corintios 5:12)

El poeta lo escribió perfecto (aunque a mí se me ocurrió antes, sólo que no sabía cómo frasearlo )
“No me des más sucedáneos, no me vengas con descuentos de ocasión, que yo estoy hablando de la misma luz del sol.
He anclado mi vida al pie de esta cruz antigua,
y no quiero cambiar, soy un corazón cautivo porque llevo teñida la vista y tatuada la mente, de rojo carmesí, por la sangre de un carpintero inocente...”

 

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