martes, 26 de agosto de 2008

Tesoros


Cuando llegué a vivir a México, evidentemente no tenía nada más que un disco, un poco de ropa, un par de baquetas y mi metrónomo (Luego compré una guitarra). Y por muchos años me mantuve así.
Sólo tenía una regla para comprar algo: ¿me lo voy a poder llevar a Bolivia sin problemas?, y cada vez que iba a visitar a mi familia tomaba todos los CDs que había acumulado en el año (sí, en esa época se compraban CDs, no existía spotify) y los llevaba a mi casa, allá en Santa Cruz.

Muchas veces deseé comprar una lavadora, pero eso era algo que ya me iba generar incomodidades al momento de irme a Bolivia porque tendría que venderla y todo eso… por eso el primer año en México lavaba mi ropa a mano, no valía la pena un gasto innecesario si estaba sólo de paso en este país.

Y así renuncié a varias cosas que podrían ser útiles pero que definitivamente retrasarían mi salida si es que hubiese querido ir a casa inmediatamente. Las incomodidades de no tener tele, lavadora, automóvil, celular, etc. Desaparecían tras la siempre inminente posibilidad de regresar a Bolivia.

Esa debe ser nuestra postura ante las cosas de este mundo, porque los esfuerzos y angustias por conseguir las cosas materiales nos ahogan y al final de cuentas todo cuenta como nada a la hora de entregar al creador el cuerpo que nos prestó por un tiempo.

Jesús decía claramente: “no os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan, porque donde esté vuestro tesoro allí estará vuestro corazón” (Mateo 6:19-21). Esa es la clave, hacer mis tesoros allá y entonces mi corazón ira hacia donde está el Creador, no funciona al revés, el tesoro no sigue al corazón sino el corazón al tesoro. Haz tus riquezas en el Cielo y tu corazón añorará más y más el Cielo, entonces podrás ver la verdadera dimensión de esta vida: una “neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Stgo 4:14)

Y ya que hablamos de Bolivia, me puse nostálgico y aquí pongo unos temas bolivianos interpretados por mi amigo Pirai Vaca (a quien veo de tanto en tanto y siempre en una ciudad distinta…)







Este tema no es boliviano pero por cómo toca Pirai vale la pena ponerlo ¿no?

viernes, 15 de agosto de 2008

Creerle... esa es la onda

Pablo era muy claro al decir que “…la Ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago…” (Romanos 7:14-15), y retrata una frustración clara al no poder vivir agradando a Dios de la manera correcta, pero al final de esta sección Pablo hace una pregunta importante: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). Nota que no dice “Qué puedo hacer para librarme de este cuerpo” o “Qué podrá librarme de este cuerpo”, sino que claramente pregunta por un “quién”. El versículo que sigue tiene la respuesta: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.” (Romanos 7:25)

Sólo hay una forma de librarnos de esa frustración al saber que no podemos vivir como quisiéramos: descansar en la gracia de Dios que recibimos a través de Jesucristo. O sea, depositar nuestra confianza en Cristo y su sacrificio, eso es fe.
Somos salvos por gracia, por medio de la fe (Efesios 2:8-9), pero después de ser salvos necesitamos permanecer en esa fe y caminar en ella, y la forma de hacerlo es CREYENDO que lo que Dios nos pide es lo mejor.

Muchas veces desde nuestro punto de vista creemos que permanecer en un determinada situación es lo mejor… pero dentro de ti sabes que estás desobedeciendo a Dios. Lo que pasa en realidad es que no estás caminando en fe, estás creyendo lo que tus sentidos te muestran en vez de creer lo que Dios en Su Palabra te está diciendo. Y tratas de negociar con Dios “…bueno, Señor yo te creo, pero también creo que en este momento estoy viviendo una excepción a lo que tu marcaste, porque tú dices que quieres lo mejor para mí y yo me siento muy bien con esto que estoy viviendo…” , realmente has olvidado que Él no cambia (Santiago 1:17), ni Su Palabra (Isaías 40:8, 1 Pedro 1:23) Necesitas creerle y obedecer.
Hay dos formas de obedecer, una basada en el miedo a la autoridad y eso se hace mecánicamente (eso es religión) y la otra que está basada en la confianza de que lo que te piden hacer es lo mejor; “no metas tus dedos a la toma de corriente” es una instrucción buena, puedes tomarla como “no me dejan vivir mi libertad” o “Cuánto me ama que me advierte de algo peligroso”, tu respuesta depende de la confianza que tengas en quien te dio esa orden. Dios tiene la autoridad para ordenarnos lo que quiera (Es Dios), pero quiere que tengamos una relación de amor con Él.

Una vez que reconozco que Su Voluntad es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2) y reconozco mi incapacidad de vivir de esa manera (si creo que yo puedo, estoy demasiado lleno de mí mismo y no hay espacio para Él), entonces estoy listo para recibir Su Espíritu, que es lo que me va a dar el poder para ser testigo suyo día a día (Hechos 1:8). Y Él pondrá querer y el hacer a través de Su Espíritu (Filipenses 2:13).

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viernes, 1 de agosto de 2008

El Amor

Para Jacques Lacan, el psicoanalista francés, el amor era “dar lo que no se tiene a alguien que no es”, o sea un convenio de mutuo engaño. Shakespeare, en cambio, en “Romeo y Julieta” plantea que el amor es “el humo engendrado por el hábito de los suspiros”. Y hay quien no se inmiscuye en la tarea de la definición del amor, sino en su “caducidad” y citan a Vinicius de Moraes en célebre frase: “el amor es eterno mientras dura” * En todo caso, la concepción cotidiana del amor es barata y poco esperanzadora.

Pero la Biblia nos muestra que el amor no está basado en un sentimiento porque los sentimientos son fluctuantes y dependen –en la mayoría de los casos- de las circunstancias, de las ambiciones personales y el egoísmo (“…te amo porque me siento bien… pero si ya no me siento bien... ya no te amo…”)
El amor bíblico es, en primer lugar, una decisión individual y consciente; un acto de la voluntad. Jesucristo dijo “Un mandamiento nuevo os doy…” (Juan 13:34) no dice un “sentimiento” sino un “mandamiento”. El amor es un acto deliberado y personal.

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16) Dios no “sintió” que nos amaba, sino que decidió amarnos y envió a su Unigénito. Cristo no “sintió” amarnos, sino que decidió amarnos hasta la muerte y lo demostró en la Cruz del calvario. Nadie le quitó la vida, sino que Él decidió ponerla por nuestro rescate (ver Juan 10:17-18) Fue su decisión.
Por todo eso, el amor verdadero (ya sea a tu esposa, a tus padres, a tus hijos o a tus vecinos -o incluso a tus enemigos-) no es un sentimiento al que debes seguir, sino un acto de obediencia.

Si tú decides obedecer, (amar a quien no “sientes” amar) Dios te dará el poder hacerlo, no es un acto místico o esotérico, sino simplemente un acto de obediencia. ¿Vas a obedecer?
(Tal vez te preguntas “¿Cómo es que Dios me dará el poder para hacer algo que no puedo hacer?”, lo veremos la próxima semana…, mientras tanto sólo obedece y ama a tu prójimo)

*Frase común, extrapolada del poema “soneto da fidelidade” (“soneto de fidelidad”) del poeta Vinicius de Moraes:
(fragmento)
“Eu possa me dizer do amor (que tive):
Que não seja imortal, posto que é chama
Mas que seja infinito enquanto dure”

“Pueda yo decir del amor (que tuve)
Que no sea inmortal, puesto que es llama
Pero que sea infinito, mientras dure”